La historia de Elizabeth B.

Elizabeth B. and Stephen B.
Conozca a Elizabeth B.

Elizabeth, de 62 años, comenzó a fumar cigarrillos mentolados a los 18 años porque sus amigos y compañeros de trabajo fumaban. Al cabo de un año, estaba fumando alrededor de un paquete y medio al día. Fumaba en casa y en el trabajo y participaba en actividades donde podía fumar. “Todo giraba en torno a la posibilidad de fumar”, dice. “Era una prisionera de mi adicción”.

Cuando Elizabeth tenía 42 años, tuvo un derrame cerebral. Los médicos le aconsejaron que dejara de fumar de inmediato, pero siguió luchando con la adicción a la nicotina durante otros 10 años. Trató de dejar de fumar varias veces usando diversas estrategias. Luego, cuando tenía 52 años, algo la hizo caer en cuenta. Fijó una fecha para dejar de fumar, desechó los ceniceros, cambió las rutinas relacionadas con el cigarrillo y usó parches de nicotina. Usando una combinación de estrategias, Elizabeth finalmente dejó de fumar para siempre.

Dos semanas después, comenzó a salir con su futuro esposo, Stephen. A la pareja le gustaba dar largos paseos juntos, hasta que Elizabeth comenzó a sentir adormecimiento en los pies y calambres en las pantorrillas. La enfermedad arterial periférica (PAD, por sus siglas en inglés) relacionada con el tabaquismo, una afección debida a que sus arterias se habían estrechado y bloqueaban el flujo de sangre a sus piernas. Apenas cuatro meses después de casarse con Stephen, Elizabeth tuvo que someterse a una operación importante para restaurar el flujo de sangre a sus piernas.

En años más recientes, Elizabeth desarrollo cáncer de riñón. Caminar es doloroso pero fundamental para salvar sus piernas de una amputación, por lo que ella y Stephen hacen de las caminatas una prioridad diaria.

Elizabeth comparte su experiencia personal con las enfermedades relacionadas con el tabaquismo y brinda apoyo a otras personas que luchan con la PAD. “Si nunca me hubiera fumado ese primer cigarrillo, es posible que no hubiera encendido la mecha de la PAD”, dice. “Mi objetivo es ayudar a otros jóvenes de 18 años a nunca empezar a fumar”.

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La biografía de Elizabeth B.


Elizabeth, de 62 años, se crió en Texas y comenzó a fumar cigarrillos mentolados a los 18 años. Todos sus amigos fumaban y sintió que ella también tenía que fumar. “Pensaba que me hacía lucir elegante”, dice.

Elizabeth B.

Al cabo de un año, estaba fumando alrededor de un paquete y medio de cigarrillos al día. No pensaba en los efectos dañinos para la salud. Creía en el mito común de que fumar cigarrillos mentolados era de alguna manera menos dañinos que fumar cigarrillos no mentolados. Más tarde, supo la verdad: los cigarrillos mentolados son tan peligrosos como los cigarrillos normales.

Después de la escuela secundaria superior, Elizabeth trabajó como asistente de enfermería en un hospital. “Todos fumaban”, recuerda. “Los médicos, las enfermeras, incluso los pacientes fumaban en el hospital”. Pensó: Si los médicos fuman, ¿qué tan malos pueden ser los cigarrillos?

Elizabeth fumaba en casa y en el trabajo. Disfrutaba de cualquier salida o actividad en la que pudiera fumar. “Todo giraba en torno a la posibilidad de fumar”, dice. “Era una prisionera de mi adicción”.

Cuando Elizabeth tenía 42 años, tuvo un derrame cerebral en el trabajo. Estaba tratando de escribir cuando se dio cuenta de que no podía levantar los brazos. Se le empezó a caer la cara y no podía hablar con claridad. En el hospital, Elizabeth les pidió repetidamente a las enfermeras que la dejaran salir a fumar un cigarrillo.

Los médicos le advirtieron que seguir fumando aumentaría su riesgo de tener otro derrame cerebral y le aconsejaron que dejara de fumar de inmediato. Sin embargo, su lucha con la adicción a la nicotina continuó durante otros 10 años. Trató de dejar de fumar varias veces usando diversas estrategias. Luego, cuando tenía 52 años, algo la hizo caer en cuenta. Leyó sitios web y folletos sobre cómo dejar de fumar y siguió las recomendaciones: fijó una fecha para dejar de fumar, desechó los ceniceros, cambió las rutinas relacionadas con el cigarrillo y usó parches de nicotina. Usando una combinación de esas estrategias, Elizabeth finalmente dejó de fumar para siempre.

Dos semanas después, Elizabeth tuvo su primera cita con su futuro esposo, Stephen. La pareja disfrutaba de dar largos paseos juntos. Luego, Elizabeth comenzó a sentir adormecimiento en los pies y calambres en las pantorrillas. El dolor seguía empeorando. Cuando ya no podía caminar la corta distancia hasta su buzón, fue al médico. Los años de tabaquismo habían hecho que las arterias de Elizabeth se estrecharan y bloquearan el flujo de sangre del corazón a las piernas, una afección conocida como la enfermedad arterial periférica (PAD, por sus siglas en inglés). Aprendió que fumar aumenta el riesgo de presentar PAD y que puede empeorar los síntomas.

Apenas cuatro meses después de casarse con Stephen, se sometió a una operación importante para restaurar el flujo de sangre a sus piernas. El cirujano les preguntó a los recién casados si tenían testamentos y otros documentos en relación con el final de la vida. “Lo más duro fue que sentí que para Stephen esto no era parte del trato”, recuerda Elizabeth. “De hecho, le pregunté si quería anular nuestro matrimonio”.

En años más recientes, Elizabeth desarrollo cáncer de riñón. Antes de ir a un concierto o a un partido de béisbol, revisa el mapa del lugar para asegurarse de poder moverse de manera segura. Aunque es doloroso y agotador, caminar es fundamental para salvar sus piernas de una amputación, por lo que ella y Stephen tratan de caminar al menos una o dos millas todos los días. Cuando Elizabeth siente que no puede hacerlo, Stephen está allí para animarla.

Hoy en día, Elizabeth dedica su tiempo a crear conciencia sobre la PAD. Comparte su experiencia personal con las enfermedades relacionadas con el tabaquismo y brinda apoyo a otras personas que luchan con la PAD. “Si nunca me hubiera fumado ese primer cigarrillo, es posible que no hubiera encendido la mecha de la PAD”, dice Elizabeth. “Mi objetivo es ayudar a otros jóvenes a nunca empezar a fumar”.

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