La historia de Noel S.

Noel S.
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Noel, de 42 años, creció en Brooklyn, Nueva York. Comenzó a fumar cigarrillos mentolados a los 13 años. La mayoría de sus amigos fumaban y Noel pensaba que era algo que estaba de moda.

Durante los siguientes 20 años, Noel fumó dos paquetes de cigarrillos al día. Fumaba seis o siete cigarrillos todas las mañanas entre despertarse e irse al trabajo. “Me despertaba, fumaba. Me metía en la ducha, fumaba. Me vestía, fumaba. Tomaba un café, fumaba”.

La adicción de Noel a los cigarrillos afectó su vida de múltiples maneras. Perdió un trabajo como conductor de vehículos compartidos porque los pasajeros se quejaban continuamente de que su automóvil olía a cenicero. Se perdió vacaciones familiares y un entierro porque se negaba a viajar en avión, ya que no podía fumar durante el vuelo.

A los 36 años, Noel tuvo un ataque al corazón y estuvo hospitalizado durante una semana. Se dio cuenta de que, si continuaba fumando, moriría. No podía soportar la idea de que podría no estar allí para su familia. Esto motivó a Noel a dejar de fumar y desde entonces no ha vuelto a hacerlo.

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La biografía de Noel S.


Noel, de 42 años, comenzó a fumar cigarrillos mentolados a los 13 años. Cuando era niño, la mayoría de sus amigos que crecieron en Brooklyn, Nueva York, fumaban y Noel pensaba que era algo que estaba de moda. Aunque Noel describió que le gustaba el sabor a mentol, ahora entiende que los cigarrillos mentolados son tan peligrosos como los otros cigarrillos. “Todo ese tiempo me estaba matando y no me daba cuenta”, dice.

Noel S.

Durante su adolescencia, Noel podía comprar fácilmente cigarrillos en tiendas de conveniencia o de personas en la calle que vendían “sueltos” a 25 centavos, el término callejero para cigarrillos individuales. De grande, Noel trabajó como estibador en los muelles y recuerda que fumar era parte de la cultura. Noel fumó dos paquetes de cigarrillos al día por más de 20 años. Fumaba seis o siete cigarrillos todas las mañanas entre despertarse e irse al trabajo. “Me despertaba, fumaba. Me metía en la ducha, fumaba. Me vestía, fumaba. Tomaba un café, fumaba”.

La adicción de Noel a los cigarrillos afectó su vida de muchas maneras. Rara vez dormía toda la noche porque se despertaba cada pocas horas para fumar. Si se quedaba sin cigarrillos en medio de la noche, Noel caminaba a una tienda de conveniencia que estaba abierta las 24 horas para comprar más y fumar de regreso a casa. Perdió un trabajo como conductor de vehículos compartidos porque los pasajeros se quejaban continuamente de que su automóvil olía a cenicero. Durante más de 11 años se negó a viajar en avión porque no podía tolerar la idea de no poder fumar en un vuelo. Su mayor pesar fue perderse el entierro de un tío que falleció en Puerto Rico. “Era como un padre para mí y, sin embargo, no pude ir a su entierro porque no podía subirme a un avión”, dice Noel.

A los 36 años, Noel tuvo un ataque al corazón relacionado con el tabaquismo. “Sentí como si alguien me clavara un cuchillo en el pecho y luego hubiera un elefante sentado sobre el cuchillo”, recuerda. Hospitalizado durante una semana, Noel tuvo tiempo para pensar en su futuro. Se dio cuenta de que tenía que tomar decisiones más sanas si quería estar presente para ver crecer a los miembros más jóvenes de su familia. Finalmente pudo dejar de fumar, cambiar su alimentación y hacer ejercicio con regularidad.

Noel comparte su historia para ayudar a otros. “Quiero caminar por la calle y que alguien me diga: ‘Gracias a ti dejé de fumar’”, dice. “Esa es mi meta”.

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