Testimonio de sobreviviente de Tiffany

Foto de Tiffany P.
“Señoras, no hay una prueba para detectar el cáncer de ovario. Y mientras a estos fabulosos médicos e investigadores no se les ocurra una, ¡tenemos que conocer nuestro cuerpo!”

—Tiffany P., Sobreviviente de cáncer de ovario
Edad al momento del diagnóstico: 32

Soy la mamá de dos hermosas niñas. Trabajo en la industria de seguros. ¡Soy una acérrima fanática del fútbol americano universitario y de Duck Dynasty!

En marzo del 2013, comencé a tener un poco de hinchazón abdominal y a aumentar de peso sin explicación. Fui a un par de médicos. Me hicieron una radiografía y una EGD. (Nota del editor: Una EGD, también llamada endoscopia gastrointestinal alta, es una prueba para examinar el revestimiento del esófago, el estómago y la primera parte del intestino delgado). Ninguna de las pruebas ni los análisis de sangre detectaron algo.

Al mes siguiente me fui de vacaciones con mi mejor amiga para celebrar mi cumpleaños. Después de tomar una increíble root beer con helado de vainilla, luego de pasar el día en la playa, nos fuimos a dormir una siesta. Empecé a vomitar mientras dormía. Entonces supe que algo estaba muy mal. Regresé al gastroenterólogo que me había hecho la EGD. Él me dijo que tenía un trastorno que no permitía que mi cuerpo digiriera los alimentos de manera adecuada; sin embargo, yo tenía que ordenar mi propia ecografía.

Como me sentí un poco rechazada, busqué a otro gastroenterólogo que de inmediato palpó mi estómago y ordenó una tomografía computarizada. Me llamó de vuelta a su consultorio y me dijo: “Tiene cáncer de ovario”. Quedé atónita y me puse histérica. Tengo la bendición de que mi tía sea enfermera oncológica. Ella llamó a un oncólogo que me puso en las manos de uno de los mejores ginecólogos oncólogos del país. Él me hizo una histerectomía radical y, siguiendo su recomendación, me sometí a seis rondas de quimioterapia. Terminé el tratamiento en noviembre del 2013.

¿El cáncer me cambió la vida? ¡Absolutamente! Tuve que empacar y mudarme a mi ciudad natal inmediatamente. Perdí la capacidad de tener más hijos. Hubo ocasiones durante el tratamiento en que me sentía tan mal que literalmente necesitaba ayuda incluso para bañarme. Se me cayó el pelo cinco días después de comenzar el tratamiento. Vi preocupación en los ojos de mis hijas cuando miraban a su mamá.

Pero el punto es que ¡todavía puedo mirarlas a los ojos! Y puedo cuidar a las hijas que tengo. ¡Y siempre puedo adoptar!

¿Qué quiero decirles a las demás mujeres? Por favor, sepan cuáles son los signos y síntomas del cáncer de ovario. Las primeras palabras que salieron de mi boca cuando recibí el diagnóstico fueron “¡nunca tuve una prueba de Papanicolaou anormal!” (Nota del editor: Una prueba de Papanicolaou es una prueba que se hace para detectar el cáncer de cuello uterino. No es para detectar el cáncer de ovario ni de otro tipo). Señoras, no hay una prueba para detectar el cáncer de ovario. Y mientras a estos fabulosos médicos e investigadores no se les ocurra una, ¡tenemos que conocer nuestro cuerpo!

Mi consejo para las mujeres sería que le pongan atención a su cuerpo; no asuman que no es nada. Asegúrense de que no es nada. ¡Recuerden que tienen que cuidarse a sí mismas antes de que puedan cuidar a los demás!