Testimonio de sobreviviente de Teresa

Foto de Teresa W.
“Yo preferiría mucho más estar avergonzada y con vida que pudorosa y muerta. La detección temprana es clave”.

—Teresa W., Sobreviviente de cáncer de vulva
Edad al momento del diagnóstico: 40

Estoy tratando de sacarle el mayor provecho a la vida y de lograr un cambio donde puedo. Fui la primera generación de mi familia en ir a la universidad y como tal quise ayudar a otros universitarios de primera generación a entender que la educación es el gran ecualizador. Por eso, por más de 20 años trabajé en la educación superior como administradora. Tuve una carrera maravillosa que me permitió vivir en siete estados y viajar a cinco países. Pero la dejé por amor y regresé a mi Illinois natal el año pasado.

No tenía síntomas, o no me di cuenta de que era un síntoma hasta después de que ya era un hecho, y solo fui al médico porque estaba molesta. Pensé que lo que tenía era un bulto causado por un pelo encarnado infectado en mi vulva. Los tengo a menudo, pero este terco bulto era distinto. No estaba rojo ni inflamado y no me dolía. En realidad no podía ver el pelo encarnado, ¿pero qué otra cosa podía ser? Era grande, duro y redondo, muy parecido a una verruga. Pensé que tenía que ser un bulto causado por un pelo encarnado infectado. En realidad no me preocupé mucho y solo llamé a mi médico para que me lo sacara después de pasar un mes tratando de encontrar la manera de “reventarlo”.

Pasaron casi seis semanas hasta que pude ir a ver a mi ginecólogo en una cita que no era de emergencia. Él dijo: “Mmm… bueno, este es un bulto interesante. ¿Por qué no lo enviamos para que le hagan una biopsia, solo para ver si la infección necesita tratamiento?”. Pensé: “Seguro, como quiera”, aún sin percatarme de lo que estaba pasando. Una semana más tarde, mi médico llamó y me dijo que los resultados eran muy sorprendentes, pero que no tenía por qué preocuparme. Dijo que yo tenía “un poquito de cáncer, como algo parecido al cáncer de piel” y que teníamos que programar un procedimiento ambulatorio para que me lo sacaran.

Aun así, escuché la palabra “cáncer” y seguí tratando de determinar cómo se debería sentir “un poquito de cáncer”. Había ido a mi ginecólogo por seis años por lo que su actitud relajada me aseguró que no había nada por lo que tuviera que preocuparme.

Programamos la operación (llamada escisión lateral amplia) para un mes después de la fecha del diagnóstico y seguí mi vida normal. El 25 de junio del 2010, cuatro días después del procedimiento, mi médico me llamó y me dijo que tenía que ver a un ginecólogo oncólogo porque el cáncer “estaba un poquito más profundo de lo que él había anticipado” y no estaba seguro de si lo había sacado todo.

Ahí sentí pánico. Me dije: “Vamos, Teresa, tienes un doctorado. Averigua qué está pasando”. Pedí más detalles: ¿Cuál era el nombre exacto del cáncer? ¿Qué quiso decir él cuando dijo que no lo había sacado todo? ¿Quién es el mejor ginecólogo oncólogo en el área?

Para un mes más tarde tenía programada una segunda escisión lateral amplia y una disección de ganglios. El ginecólogo oncólogo me dijo que, debido a que el cáncer era de más de 2.5 cm, era probable que se hubiera extendido a los ganglios linfáticos y que debería estar preparada para hacerme radiación y quimioterapia lo antes posible después de la disección. También me dijo que el cáncer de vulva, aunque va en aumento, es extremadamente raro, en especial en las mujeres negras de 40 años, y que si no se descubre y trata de manera intensa y temprano, el pronóstico a largo plazo no es bueno.

Me sometí a la operación preparada para lo peor, así que me puse muy contenta cuando supe que el cáncer no se había extendido a los ganglios linfáticos, y que con citas de seguimiento y pruebas de detección regulares, el pronóstico a largo plazo era bueno.

Mi cáncer fue causado por un virus que había contraído al menos 15 años antes. No recuerdo a nadie diciéndome algo sobre el VPH (virus del papiloma humano) cuando estaba creciendo y no tenía idea de que el virus, que por lo general es inofensivo, no siempre se elimina del cuerpo. Y al parecer para las mujeres negras es más difícil combatirlo.

Por eso, tengo que decir que me volví partidaria de la vacunación contra el VPH y a menudo aconsejo a las jóvenes y a sus padres para que ellas reciban la vacuna para que no corran la misma suerte que yo. Seguro, ahora no tengo cáncer, pero cada vez que me hacen un chequeo, me pongo ansiosa al pensar en lo que revelarán las pruebas. Como el virus todavía vive en mí, nunca sé si voy a volver a escuchar esas temibles palabras otra vez.

El cáncer de vulva podría manifestarse de una manera que cause vergüenza porque usted podría concluir que tiene una ETS (enfermedad de transmisión sexual) y no querría recibir esa noticia vergonzosa. Sin embargo, yo preferiría mucho más estar avergonzada y con vida que pudorosa y muerta. La detección temprana es clave. Y si usted tiene hijos preadolescentes o adolescentes, por favor haga que los vacunen contra el VPH.