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Uso reportado y comprensión percibida de la información de sodio de las etiquetas nutricionales de los Estados Unidos

Jessica Lee Levings, MS, RD, LD; Joyce Maalouf, MS, MPH; Xin Tong, MPH; Mary E. Cogswell, DrPh, RN

Citación sugerida para este artículo: Levings JL, Maalouf J, Tong X, Cogswell ME. Reported Use and Perceived Understanding of Sodium Information on US Nutrition Labels. Prev Chronic Dis 2015;12:140522. DOI: http://dx.doi.org/10.5888/pcd12.140522external icon .

PEER REVIEWED

Resumen

Introducción
Comparar etiquetas nutricionales y elegir alimentos con menos sodio son tácticas para ayudar a reducir el consumo excesivo de sodio, que es un factor de riesgo principal de la hipertensión. Nuestro objetivo fue evaluar el uso reportado y la comprensión percibida de la información de sodio de las etiquetas nutricionales por parte de consumidores adultos en los Estados Unidos por grupo sociodemográfico y estado de salud.

Métodos
Analizamos las respuestas de 3729 adultos mayores de 18 años que participaron en 2 encuestas nacionales transversales de cohortes por correo en el 2010.

Resultados
Encontramos que 19.3 % (intervalo de confianza [IC] de 95 %, 17.2–21.6 %) de los encuestados estuvieron de acuerdo en que estaban confundidos sobre cómo calcular la cantidad de sodio que contienen los alimentos que consumen; 57.9 % (IC de 95%, 55.4–60.5 %) reportaron que ellos o la persona que compra sus alimentos compran productos con la etiqueta de bajo en sal o bajo en sodio; y 46.8 % (IC de 95 %, 44.3–49.4 %) reportaron que se fijan en el contenido de sodio en las etiquetas nutricionales como táctica para limitar la sal. Los consumidores con un nivel de estudios de escuela secundaria superior o menos tenían más probabilidades que los graduados universitarios de reportar confusión en cuanto al contenido de sodio descrito en las etiquetas (cociente de probabilidades ajustado [AOR, por sus siglas en inglés] de 1.9; IC, 1.4–2.8) y menos probabilidades de fijarse en el contenido de sodio descrito en las etiquetas nutricionales como táctica para limitar el consumo de sodio (AOR, 0.7; CI 95 %, 0.6–0.98).

Conclusión
La mayoría de los encuestados de nuestro estudio reportaron comprar productos alimentarios bajos en sodio. Sin embargo, la proporción mayor de encuestados con niveles bajos de estudios que reportaron confusión y menos uso de la información de sodio (en comparación con aquellos con niveles de educación altos) indica que se podrían necesitar esfuerzos mayores para ayudar a este grupo. Existen oportunidades para que los profesionales de atención de salud eduquen a sus pacientes sobre cómo usar y entender las etiquetas nutricionales y seguir una dieta acorde al plan de alimentación de Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión (DASH, por sus siglas en inglés).

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Introducción

Las personas que reportan usar la información de sodio de las etiquetas nutricionales consumen una cantidad considerablemente menor de sodio que aquellas que no usan dicha información (1). En una encuesta realizada por Internet por el Consejo Internacional de Información Alimentaria (IFIC, por sus siglas en inglés) en el 2012, 37 % de los consumidores en los Estados Unidos reportaron comprar regularmente productos con etiquetas que los identifican como bajos en sodio (2). Adicionalmente, los datos del IFIC del 2014 indicaron que 95 % de los consumidores en los Estados Unidos creen que la información de sodio en las etiquetas nutricionales es muy útil o algo útil al momento de tomar decisiones sobre qué alimentos comprar, y que hay más personas intentando limitar el consumo de sal o sodio que personas intentado limitar el consumo de calorías, azúcares o grasas (3). Esta y otras encuestas indican que de 53 a 58 % de los consumidores limitan o están intentando limitar, restringir o evitar la sal o el sodio (3-5). En los Estados Unidos, los alimentos envasados y de restaurante son la principal fuente de sodio dietético (6-8). Tanto en las Guías Alimentarias para los Estadounidenses del 2010 como en el informe Gente Saludable 2020 se recomienda reducir el consumo promedio de sodio en los Estados Unidos, que actualmente está muy por encima de los niveles recomendados (9, 10). El consumo de sodio en exceso puede aumentar el riesgo de presión arterial alta y de subsiguientes enfermedades cardiovasculares, que son las principales causas de muerte en los Estados Unidos (11). En un informe del 2010, el Instituto de Medicina (IOM, por sus siglas en inglés) recomendó revisar y actualizar las etiquetas nutricionales y vigilar la capacidad de los consumidores de “estimar su consumo de sodio”. La Administración de Alimentos y Medicamentos propone una actualización de la etiqueta de información nutricional que se encuentra en la mayoría de los productos alimentarios envasados de los Estados Unidos. Si se adopta esta actualización, uno de los cambios propuestos reduciría de 2400 a 2300 mg el valor de sodio diario. Los datos sobre la comprensión percibida, la confusión y el uso reportado de esta información por parte de los consumidores al hacer compras pueden servir de punto de referencia para ayudar a evaluar el impacto de los cambios propuestos. Según nuestros conocimientos, los investigadores no han evaluado las actitudes ni lo que creen los consumidores sobre su comprensión de la cantidad de sodio de las etiquetas nutricionales. Planteamos la hipótesis de que los adultos con mayor riesgo de enfermedades cardiacas tendrían más probabilidades de reportar usar la información de sodio de las etiquetas y que aquellos con menor nivel de estudios tendrían menos probabilidades de reportar comprenderla. El principal objetivo de este análisis fue describir el uso autorreportado de consumidores adultos y su comprensión percibida de la información sobre el contenido de sodio de las etiquetas nutricionales (tanto en las etiquetas de información nutricional como en el frente de los paquetes de los alimentos) por grupo sociodemográfico y características de salud.

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Métodos

Con la asistencia técnica de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), enviamos 5 preguntas a la encuesta ConsumerStyles del 2010 y 2 a la encuesta transversal de cohortes por correo HealthStyles realizadas por la empresa de relaciones públicas Porter Novelli. Vinculamos datos de las dos encuestas a fin de evaluar las respuestas de los mismos participantes a 6 enunciados y a 1 pregunta sobre la confusión, el conocimiento y el uso autorreportados de las etiquetas nutricionales para reducir el consumo de sodio. La encuesta ConsumerStyles se llevó a cabo en abril y mayo del 2010. Los participantes fueron seleccionados según región de residencia, ingresos anuales del hogar, densidad poblacional, edad y cantidad de personas que vivían en el hogar, con el fin de crear una muestra nacional diversa. De las 20 000 personas seleccionadas, 10 328 (51.6 %) respondieron. De las que respondieron a esta encuesta, 6253 fueron seleccionadas al azar para participar en la encuesta HealthStyles que se realizó en septiembre y noviembre del 2010 y a la cual respondieron 4198 (67.1 %) encuestados. Las muestras de la encuesta HealthStyles del 2010 fueron ponderadas en función de edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar y cantidad de personas que vivían en el hogar, a fin de representar el cálculo estimativo de la población en el 2009 de la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Para este estudio, se unieron los datos de las 2 encuestas y se usó una submuestra de personas que habían respondido a la encuesta HealthStyles del 2010. De las 4198 personas que respondieron en la encuesta HealthStyles, excluimos consecutivamente a las siguientes: 237 (5.6 %) personas con respuestas incompletas en al menos uno de los enunciados o preguntas de interés de la encuesta, 25 personas con información faltante sobre su nivel de estudios, 120 personas con información faltante sobre su estado de fumador, 48 personas con información faltante sobre su estatura y 39 personas con información faltante sobre su peso. Por medio de este proceso se obtuvo una cantidad de 3729 encuestados. Los encuestados incluidos en nuestros análisis no se diferenciaban de los excluidos (n = 469) en función de sexo, nivel de estudios, región de residencia, índice de masa corporal (IMC) o diagnóstico de diabetes (Apéndice). Las posibles respuestas a la pregunta sobre el estado de fumador eran las siguientes: “exfumador”, “no fumador” y “fumador”. Las categorías de “no fumador” y “exfumador” fueron combinadas.

Comparado con los encuestados excluidos, una mayor proporción de encuestados incluidos tenían entre 18 y 50 años (60.5 % frente a 48.8 %; p < 0.001), eran blancos no hispanos (69.8 % frente a 58.9 %; p = 0.02), tenían ingresos anuales del hogar de $60 000 o más (44.2 % frente a 29.9 % ; p < 0.001) y eran no fumadores (84.1 % frente a 77.3 %; p = 0.055 ); una proporción menor de encuestados incluidos reportó tener presión arterial alta (28.2 % frente a 35.7 %; p = 0.02) (Apéndice).

Este estudio fue eximido de aprobación de la Junta de Revisión Institucional en virtud de la norma 45 CFR §46.101(b).

En la encuesta ConsumerStyles, se les pidió a los participantes que usaran una escala de Likert de 5 puntos para expresar si estaban de acuerdo o en desacuerdo con los siguientes 4 enunciados: “Compro específicamente alimentos con etiquetas que los identifican como bajos en sodio o sal, o con contenido reducido de sodio o sal”, “Estoy confundido sobre cómo calcular cuánto sodio hay en los alimentos que consumo”, “La información de las etiquetas nutricionales a menudo me ayuda a decidir qué alimentos comprar” y “Estoy confundido sobre cómo usar las etiquetas de información nutricional para calcular cuánto sodio hay en los alimentos que consumo”. Debido a que el objetivo de nuestro estudio se centró en la información sobre el sodio, no analizamos los datos de la tercera pregunta (si las etiquetas nutricionales ayudaban en general a los participantes a decidir qué alimentos comprar). También se les pidió a los participantes que respondieran sí o no al siguiente enunciado: “Me fijo en la cantidad de sodio en las etiquetas nutricionales como táctica para reducir la sal en mi alimentación”. En la encuesta HealthStyles, se les pidió a los participantes que usaran una escala de Likert de 5 puntos para expresar si estaban de acuerdo o en desacuerdo con el siguiente enunciado: “Sé cómo vigilar la cantidad de sal que consumo con base en la información provista en las etiquetas nutricionales”. También se les pidió que respondieran sí o no a la siguiente pregunta: “Usted o la persona que compra alimentos para usted, ¿compran productos alimentarios con las etiquetas ‘bajo en sal’ o ‘bajo en sodio’?”

Las encuestas también incluyeron preguntas sobre las características de salud y sociodemográficas del encuestado. Las características sociodemográficas autorreportadas incluyeron (entre otras) edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar, nivel de estudios y región de residencia. Las características de salud autorreportadas incluyeron estatura, peso, estado de fumador, diagnóstico de diabetes y diagnóstico de hipertensión. Se usaron la estatura y el peso para calcular el índice de masa corporal (IMC, peso en kg/estatura en m2) del encuestado.

Se calcularon los porcentajes ponderados y los intervalos de confianza (IC) de 95 % de las respuestas a las preguntas de la encuesta por características sociodemográficas y de salud. Usamos pruebas ?2 para evaluar las diferencias en las respuestas entre los subgrupos, en las cuales un nivel a de 0.05 se consideró significante. Se realizaron múltiples análisis de regresión logística para cada pregunta a fin de determinar sus asociaciones con las características sociodemográficas y de salud. Se obtuvieron el cociente de probabilidades ajustado (AOR) y los intervalos de confianza del 95 % de cada modelo luego de controlar por edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar, nivel de estudios, región de residencia, IMC, estado de fumador, diagnóstico de diabetes y diagnóstico de hipertensión. Se hicieron análisis preliminares de las respuestas de 5 puntos de la escala de Likert a fin de examinar los cocientes de probabilidades ajustados de “de acuerdo” en comparación con las otras 2 respuestas (“ni de acuerdo ni en desacuerdo” y “en desacuerdo”). Las respuestas “muy de acuerdo” y “moderadamente de acuerdo” y “algo de acuerdo” fueron combinadas en una categoría de “acuerdo”. Todos los análisis estadísticos fueron realizados con los siguientes programas informáticos estadísticos: SPSS Statistics (versión PASW18, 2010; IBM Corp) y SAS (versión 9.2, 2012; SAS Institute Inc). Se usó SPSS para ejecutar los análisis descriptivos y las pruebas X2, y SAS para generar regresiones logísticas y replicar los resultados principales.

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Resultados

La comprensión reportada de cómo vigilar el contenido de sodio en las comidas varió por pregunta ( Tabla 1). Aproximadamente 1 de cada 5 (19.3 %) encuestados estuvo de acuerdo en que estaba confundido sobre cómo calcular la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consume (29 % no estuvo de acuerdo ni en desacuerdo y 52 % estuvo en desacuerdo) y 1 de cada 8 (13.2 %) estuvo de acuerdo en que estaba confundido acerca de cómo usar la etiqueta de información nutricional para calcular la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consume (23 % no estuvo de acuerdo ni en desacuerdo y 64 % estuvo en desacuerdo) (Tabla 1). La mayoría (55.8 %) estuvo de acuerdo en que sabía cómo vigilar la cantidad de sal que consume con base en la información provista en las etiquetas nutricionales (28 % no estuvo de acuerdo ni en desacuerdo y 16 % estuvo en desacuerdo). Después de ajustar por otras características, los encuestados con nivel de estudios de escuela secundaria superior o menos tenían muchas más probabilidades que los graduados universitarios de estar de acuerdo en que estaban confundidos sobre cómo calcular la cantidad de sodio que hay en sus alimentos (Tabla 1) al igual que los adultos mayores de 71 años (en comparación con adultos entre 18 y 50 años), los negros no hispanos (en comparación con los blancos no hispanos), aquellos con ingresos anuales del hogar de $15 000 o menos (en comparación con aquellos con ingresos anuales del hogar = $60 000) y aquellos con diagnóstico de diabetes (en comparación con aquellos que no reportaron tener diabetes). De manera similar, cuando se les preguntó acerca de tener confusión sobre cómo usar las etiquetas de información nutricional para calcular el contenido de sodio, los encuestados mayores de 51 años (en comparación con los encuestados de 18 a 50 años), los negros no hispanos, los hispanos y los de “otra” raza/etnia (en comparación con los blancos no hispanos), los que tenían ingresos anuales del hogar de menos de $15 000 (en comparación con aquellos con ingresos anuales del hogar = $60 000) y los que no eran graduados universitarios (en comparación con los graduados universitarios) tenían más probabilidades de estar de acuerdo en que estaban confundidos. Las mujeres tenían más probabilidades que los hombres de reportar saber cómo vigilar la cantidad de sal que consumían con base en las etiquetas nutricionales, pero no tenían menos probabilidades de estar de acuerdo en que estaban confundidas.

El uso reportado de la información de sodio de las etiquetas nutricionales varió también por pregunta ( Tabla 2). Aproximadamente 1 de cada 3 (35.6 %) encuestados estuvo de acuerdo en que compraba específicamente alimentos con etiquetas que los identificaban como bajos en sodio o sal, o con contenido reducido de sodio o sal (28 % no estuvo de acuerdo ni en desacuerdo y 37 % estuvo en desacuerdo) y un poco menos de la mitad (46.8 %) dijo que se fijaba en la cantidad de sodio en las etiquetas nutricionales como táctica para reducir la sal en su dieta. La mayoría (57.9 %) dijo que ellos o la persona que compra sus alimentos compraban productos con etiquetas que los identificaban como bajos en sal o bajos en sodio.

El uso reportado de las etiquetas que típicamente se encuentran en el frente de los paquetes de alimentos (por ejemplo, “bajo en sodio”) al hacer las compras varió por característica sociodemográfica y de salud (Tabla 2). El porcentaje de encuestados que estuvieron de acuerdo en que compraban específicamente alimentos con etiquetas que los identificaban como bajos en sodio o sal, o con contenido reducido de sodio o sal varió entre 27.0 % (fumadores actuales) y 52.6 % (personas con 71 años o más). Luego de hacer ajustes por otras características, las probabilidades de comprar específicamente alimentos con etiquetas que los identifican como bajos en sodio o sal, o con contenido reducido de sodio o sal fue más alta entre los encuestados de 51 años o más que entre los de 18 a 50. Las proporciones que estuvieron de acuerdo fueron también más altas entre los negros no hispanos y los de “otra” raza/etnia que entre los blancos no hispanos y entre los encuestados que reportaron tener presión arterial alta que entre aquellos que no reportaron tener presión arterial alta.

Aproximadamente 7 de cada 10 encuestados de 71 años o más, eran negros no hispanos, o de los que reportaron tener diabetes o presión arterial alta indicaron que ellos o la persona que compra su comida compraban productos con etiquetas que los identificaban como bajos en sal o bajos en sodio (Tabla 2). Después de hacer ajustes por otras características, las probabilidades de reportar que ellos o la persona que compraba su comida compraban productos bajos en sal o bajos en sodio fueron más altas entre los encuestados de 51 años o más que entre los de 18 a 50 años, entre negros no hispanos que entre blancos no hispanos, y entre los que reportaron tener diabetes o presión arterial alta que entre los que no reportaron tener esas afecciones.

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Discusión

Este estudio indica que menos del 20 % de los consumidores adultos en los Estados Unidos tienen confusión sobre cómo calcular la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consumen y que más de la mitad creen que saben cómo usar las etiquetas nutricionales para controlar la cantidad de sal que consumen. Aunque estos datos son del 2010, son útiles para entender el uso reportado de los consumidores y su comprensión percibida de las cantidades de sodio en las etiquetas nutricionales. Es poco probable que el conocimiento y la compresión de los consumidores haya cambiado entre el 2010 y el 2015 dado que no se han realizado campañas educativas importantes en los Estados Unidos durante este tiempo y que nuestros resultados sobre el uso reportado de las etiquetas nutricionales coinciden con los resultados de otros estudios (3-5).

Es causa de preocupación que los adultos con menor nivel de estudios o en mayor riesgo de hipertensión, como los adultos mayores, los negros no hispanos y los que tienen diabetes tenían mayores probabilidades de estar confundidos sobre cómo calcular la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consumen. Aunque la mayoría de las personas que respondieron a las encuestas ConsumerStyles y HealthStyles del 2010 reportaron que la información en las etiquetas nutricionales las ayudaba a decidir qué alimentos comprar (datos no reportados), los resultados también indican que la mayoría de los adultos no se fijaban en las etiquetas de información nutricional como táctica para reducir la sal en sus dietas. La diferencia entre la comprensión y el comportamiento reportados podría estar relacionada con la mala interpretación de 1 de las preguntas o ambas, con el uso de las etiquetas nutricionales para tomar otras decisiones adquisitivas no relacionadas con el sodio, con el uso de otra táctica o estrategia como principal medio para reducir el consumo de sodio (por ejemplo, no agregar sal en la mesa) o con una falta de aplicación del conocimiento al comportamiento debido a otras consideraciones al hacer las compras, como por ejemplo, el tiempo, las preferencias o los costos. No agregar sal en la mesa es menos eficaz que fijarse en las etiquetas nutricionales y elegir opciones con menos sodio porque la mayoría del sodio que se consume en los Estados Unidos proviene de alimentos envasados y de restaurante, y solamente un pequeño porcentaje es de la sal que agrega el consumidor. Según la hipótesis, los encuestados con menor nivel de estudios tenían repetidamente más probabilidades de estar de acuerdo en que tenían confusión sobre el uso de las etiquetas de información nutricional para controlar su consumo de sodio, y menos probabilidades de fijarse en las etiquetas nutricionales como táctica para reducir la sal en sus dietas. Estos datos extienden los hallazgos de estudios anteriores sobre la relación entre el nivel de estudios y el uso general de las etiquetas nutricionales (12-14).

Los resultados que obtuvimos, que indican que la mayoría de los consumidores en los Estados Unidos o la persona que compra sus alimentos compran alimentos que llevan la etiqueta de bajo en sal o bajo en sodio, son coherentes con otras investigaciones (5-15) e indican que hay una demanda de opciones alimentarias con menos sodio (4) y de la presentación de información en el frente del paquete, a fin de tomar decisiones. Sin embargo, no sabemos si los consumidores compran solamente 1 producto bajo en sodio o varios productos bajos en sodio. El uso de un sistema de etiquetado estandarizado en el frente del paquete, similar al propuesto por el IOM en el 2011, podría ayudar a los consumidores a tomar decisiones más saludables sobre los alimentos que compran (16). Podría ser de beneficio dar consejería a los consumidores sobre cómo leer y comprender las etiquetas nutricionales, particularmente entre las poblaciones de estatus socioeconómico bajo y entre aquellos que tienen factores de riesgo de presión arterial alta. Los conocimientos de los consumidores respecto del sodio y los cambios correspondientes en los comportamientos podrían ser influenciados en mayor profundidad con consejería sobre las principales fuentes de sodio y el plan de alimentación Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión (DASH). Este enfoque puede ser especialmente beneficioso entre aquellos que reportan tener presión arterial alta y que ya tienen más probabilidades de reportar que ellos o la persona que compra sus alimentos compran alimentos con la etiqueta de bajo en sodio o sal, o contenido reducido de sodio o sal. Sin embargo, debido a que cambiar los comportamientos individuales es difícil y que el sodio es agregado a los alimentos antes de que sean comprados, la reducción gradual del contenido de sodio por parte del sector alimentario según lo recomendado por el IOM como estrategia primaria para reducir el consumo de sodio en los Estados Unidos requeriría pocos cambios por parte de los consumidores.

Nuestro estudio tiene varias limitaciones. En primer lugar, debido a que las encuestas ConsumerStyles y HealthStyles son encuestas de cohortes por correo, llegan a una población de hogares de minorías raciales/étnicas y de bajos ingresos que podrían estar subrepresentadas. Estas encuestas se basan en una muestra de conveniencia de personas dispuestas a participar en una encuesta de cohortes, y las características de los encuestados a la encuesta o a ciertas preguntas podrían diferir de las características de la población general. Si bien los datos fueron ponderados para que tuvieran la misma distribución de características demográficas principales que la distribución en los Estados Unidos, no son representativas a nivel de país. Aun así, un estudio anterior indicó que los comportamientos reportados se correlacionan bien con los datos de vigilancia representativos y poblacionales del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento (17). En segundo lugar, debido a que estas encuestas requieren conocimiento del idioma inglés, las personas que no hablan inglés no pueden participar. En tercer lugar, los encuestados autorreportan su capacidad de comprender las etiquetas nutricionales y las preguntas de la encuesta no evalúan el real conocimiento de los encuestados. Además, debido a que los resultados de este estudio se basan en datos autorreportados, no necesariamente se traducen en la acción de los consumidores. No sabemos cómo los consumidores usan la información sobre el contenido de sodio para calcular su consumo de sodio. Las fortalezas de este estudio incluyen el tamaño grande de la muestra, su contribución a nuevos hallazgos sobre la comprensión percibida de la información de sodio que aparece en las etiquetas nutricionales y su apoyo a las recomendaciones de un informe del IOM del 2010 a fin de fortalecer y ampliar las actividades para medir los conocimientos, las actitudes y los comportamientos de la población respecto del sodio entre los consumidores de los Estados Unidos (7).

Los resultados de este estudio indican que la mayoría de las personas que compran los alimentos del hogar compran productos con la etiqueta de bajo en sal o bajo en sodio, pero menos personas —incluidos los miembros de subpoblaciones en alto riesgo de presión arterial alta y con niveles de estudio de escuela secundaria superior o menos— se fijan en las etiquetas nutricionales para ver el contenido de sodio como táctica para limitar la ingesta de sodio, y que algunos adultos están confundidos sobre cómo determinar la cantidad de sodio que tienen los alimentos. Los fabricantes de alimentos pueden satisfacer esta demanda al producir productos alimentarios que sean más bajos en sodio e incluir esta información en el frente de los paquetes. De esta manera se ofrecen más opciones y hay mayor disponibilidad para los consumidores que desean comprar productos bajos en sodio. Los dietistas registrados, profesionales de atención médica y profesionales de salud pública pueden ayudar al educar a sus clientes y pacientes sobre cuáles son las mayores fuentes de sodio en nuestras dietas, la importancia de usar las etiquetas nutricionales para elegir alimentos bajos en sodio y a comprender cómo usarlas.

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Agradecimientos

Agradecemos a Janelle Peralez Gunn por su contribución a este artículo.

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Información sobre la autora

Autora responsable de la correspondencia: Jessica Lee Levings, MS, RD, LD, Contractor, Division for Heart Disease and Stroke Prevention, National Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion, Centers for Disease Control and Prevention, MS K-72, 4770 Buford Hwy, Chamblee, GA 30341. Teléfono: 770-488-8243. Correo electrónico: JLevings@cdc.gov.

Afiliaciones de la autora: Joyce Maalouf, Xin Tong, Mary E. Cogswell, Division for Heart Disease and Stroke Prevention, National Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, Georgia.

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Referencias

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  2. International Food Information Council. 2012 Food and health survey. Consumer attitudes toward food safety, nutrition and health. http://www.foodinsight.org/Content/3840/2012%20IFIC%20Food%20and%20Health%20Survey%20Report%20of%20Findings%20(for%20website).pdf. Accessed November 19, 2014.
  3. International Food Information Council. 2014 Food and health survey. The pulse of America’s diet from beliefs to behaviors. http://www.foodinsight.org/sites/default/files/2014%20Food%20and%20Health%20Survey%20Full%20Report.pdf. Accessed November 19, 2014.
  4. American Heart Association. Infografía: 75% of Americans want less sodium in restaurant and processed food. http://www.heart.org/HEARTORG/GettingHealthy/NutritionCenter/HealthyEating/75-of-Americans-Want-Less-Sodium-in-Processed-and-Restaurant-Foods-Infographic_UCM_467291_SubHomePage.jsp. Accessed January 12, 2015.
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  6. Mattes RD, Donnelly D. Relative contributions of dietary sodium sources. J Am Coll Nutr 1991;10(4):383–93. CrossRefexternal icon PubMedexternal icon
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  9. Dietary guidelines for Americans, 2010. 7th edition. Washington (DC): US Department of Health and Human Services, US Department of Agriculture; 2011. http://health.gov/dietaryguidelines/2010.asp. Consultado el 19 de noviembre del 2014.
  10. What we eat in America, NHANES 2011–2012. Nutrient intakes from food and beverages. Beltsville (MD): US Department of Agriculture, Agricultural Research Service, Beltsville Human Nutrition Research Center, Food Surveys Research Group. Hyattsville (MD): US Department of Health and Human Services, Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Health Statistics. http://www.ars.usda.gov/SP2UserFiles/Place/80400530/pdf/1112/Table_1_NIN_GEN_11.pdf. Consultado el 19 de noviembre del 2014.
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  16. Institute of Medicine. Examination of front-of-package nutrition rating systems and symbols. Washington (DC): The National Academies Press; 2011. http://books.nap.edu/openbook.php?record_id=13221. Consultado el 10 de abril del 2012.
  17. Behavioral Risk Factor Surveillance System. Atlanta (GA): Centers for Disease Control and Prevention. http://www.cdc.gov/brfss/. Consultado el 19 de noviembre del 2014.

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Tablas

Return to your place in the textTabla 1. Confusión y conocimiento acerca de la información sobre el sodio que aparece en las etiquetas nutricionales entre encuestados seleccionados (n=3729) de las encuestas ConsumerStyles y HealthSurveys del 2010a.
Característica Estoy confundido acerca de cómo calcular la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consumo. Estoy confundido acerca de cómo usar la etiqueta de información nutricional para calcular la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consumo. “Sé cómo vigilar la cantidad de sal que consumo con base en la información provista en las etiquetas nutricionales”.
De acuerdo, % (IC 95 %)b AOR (IC 95 %) De acuerdo, % (IC 95 %)b AOR (IC 95 %) De acuerdo, % (IC 95 %)b AOR (IC 95 %)
Total 19.3 (17.2–21.6) 13.2 (11.8–14.8) 55.8 (53.2–58.4)
Edad, a
18–50 18.0 (14.8–21.6)c 1.0 [Referencia] 10.8 (8.8–13.1)d 1.0 [Referencia] 53.8 (49.8–57.7)c 1.0 [Referencia]
51–70 19.0 (16.9–21.2) 1.05 (0.8–1.3) 16.0 (14.0–18.1) 1.7 (1.3–2.3) 60.5 (57.7–63.2) 1.2 (1.0–1.4)
=71 28.8 (24.7–33.3) 1.9 (1.4–2.6) 20.0 (16.4–24.1) 2.3 (1.6–3.2) 54.5 (49.7–59.1) 0.9 (0.7–1.2)
Sexo
Masculino 19.1 (16.7–21.7) 1.0 [Referencia] 12.7 (10.9–14.8) 1.0 [Referencia] 51.7 (48.0–55.4)e 1.0 [Referencia]
Femenino 19.5 (16.3–23.2) 1.05 (0.8–1.4) 13.7 (11.6–16.1) 1.1 (0.8–1.4) 59.7 (56.0–63.3) 1.5 (1.2–1.8)
Raza/etnia
Blanca, no hispana 16.5 (14.2–19.0)d 1.0 [Referencia] 11.5 (9.9–13.3)e 1.0 [Referencia] 58.1 (55.0–61.2) 1.0 [Referencia]
Negra, no hispana 31.4 (22.9–41.4) 2.1 (1.3–3.5) 17.5 (13.2–22.8) 1.5 (1.01–2.1) 50.4 (41.3–59.4) 0.7 (0.5–1.1)
Hispana 22.0 (17.5–27.3) 1.4 (0.97–2.0) 16.0 (12.3–20.6) 1.4 (1.01–2.1) 50.4 (43.9–57.0) 0.8 (0.6–1.04)
Otraf 23.9 (17.1–32.3) 1.6 (1.02–2.4) 19.6 (13.3–28.0) 1.8 (1.01–3.3) 51.3 (41.7–60.8) 0.8 (0.5–1.1)
Ingresos anuales del hogar, en dólares
<15,000 35.2 (29.6–41.3)d 1.9 (1.3–2.8) 23.6 (18.8–29.2)d 1.8 (1.2–2.7) 53.4 (47.2–59.5)c 0.9 (0.6–1.2)
15,000–24,900 20.4 (14.5–27.9) 0.9 (0.6–1.4) 20.0 (14.5–26.8) 1.5 (0.9–2.5) 61.4 (51.6–70.3) 1.2 (0.8–1.9)
25,000–39,900 20.5 (14.2–28.7) 1.06 (0.7–1.4) 13.2 (10.1–17.1) 1.1 (0.7–1.6) 46.9 (40.0–53.9) 0.7 (0.5–0.9)
40,000–59,900 16.4 (11.0–23.6) 0.9 (0.6–1.4) 9.9 (7.6–12.9) 0.8 (0.6–1.2) 54.0 (47.9–60.0) 0.8 (0.6–1.1)
=60,000 15.5 (13.2–18.1) 1.0 [Referencia] 10.0 (8.1–12.3) 1.0 [Referencia] 59.0 (55.3–62.7) 1.0 [Referencia]
Nivel de estudios
= Graduado de escuela secundaria superior 25.6 (21.0–30.9)d 1.7 (1.2–2.5) 18.5 (15.4–22.1)d 1.9 (1.4–2.8) 54.0 (48.9–59.0)c 0.8 (0.6–1.01)
Estudios universitarios incompletos 19.7 (16.3–23.7) 1.4 (0.99–1.9) 14.0 (11.5–17.0) 1.6 (1.1–2.3) 53.1 (48.5–57.7) 0.7 (0.6–0.95)
Graduado universitario 13.9 (11.8–16.4) 1.0 [Referencia] 8.2 (6.7–10.0) 1.0 [Referencia] 60.5 (56.8–64.2) 1.0 [Referencia]
Región
Noreste 18.1 (14.0–23.1) 0.98 (0.6–1.5) 14.5 (11.3–18.5) 1.1 (0.8–1.7) 56.4 (50.0–62.7) 0.9 (0.7–1.3)
Central 19.1 (14.7–24.5) 0.99 (0.7–1.5) 11.0 (8.7–13.7) 0.8 (0.6–1.1) 53.2 (48.2–58.1) 0.9 (0.7–1.1)
Sur 20.8 (17.3–24.8) 1.0 [Referencia] 14.2 (11.8–17.1) 1.0 [Referencia] 56.8 (52.2–61.3) 1.0 [Referencia]
Oeste 17.6 (14.4–21.4) 0.9 (0.6–1.3) 12.8 (9.9–16.4) 0.9 (0.6–1.3) 56.7 (51.9–61.5) 1.0 (0.8–1.3)
Índice de masa corporal, kg/m2
<25.00 16.8 (13.2–21.3)c 1.0 [Referencia] 12.1 (9.5–15.2)c 1.0 [Referencia] 56.7 (51.7–61.6) 1.0 [Referencia]
25.00–29.99 17.8 (15.0–21.0) 1.1 (0.7–1.5) 11.1 (9.0–13.5) 0.9 (0.6–1.3) 54.9 (50.3–59.3) 1.0 (0.8–1.3)
=30.00 23.0 (19.3–27.2) 1.3 (0.9–1.9) 16.3 (13.9–19.1) 1.3 (0.9–1.8) 56.0 (51.8–60.0) 0.9 (0.7–1.3)
Actual estado de fumadorg
No 19.0 (16.7–21.5) 1.0 [Referencia] 12.6 (11.2–14.2) 1.0 [Referencia] 56.2 (53.3–59.0) 1.0 [Referencia]
21.0 (16.3–26.6) 1.1 (0.7–1.6) 16.5 (12.2–21.9) 1.3 (0.8–1.9) 54.2 (48.1–60.2) 0.98 (0.7–1.3)
Diagnóstico de diabetes
No 17.9 (15.7–20.4)d 1.0 [Referencia] 12.3 (10.8–14.0)d 1.0 [Referencia] 55.3 (52.4–58.2) 1.0 [Referencia]
29.7 (25.1–34.7) 1.5 (1.1–2.0) 20.1 (16.6–24.1) 1.2 (0.9–1.7) 59.7 (54.7–64.5) 1.2 (0.9–1.6)
Diagnóstico de presión arterial alta
No 17.6 (15.0–20.7)c 1.0 [Referencia] 11.9 (10.2–13.9)e 1.0 [Referencia] 55.0 (51.6–58.4) 1.0 [Referencia]
23.5 (20.9–26.3) 1.0 (0.8–1.3) 16.5 (14.3–18.9) 0.9 (0.7–1.2) 58.0 (54.7–61.3) 1.1 (0.9–1.4)

Abreviaturas: AOR, cociente de probabilidades ajustado (adjusted odds ratio); IC, intervalo de confianza.
Todos los cálculos estimativos están ponderados por edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar y cantidad de personas en el hogar. El modelo incluyó edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar, nivel de estudios, región de residencia, índice de masa corporal, estado de fumador, diagnóstico de diabetes y diagnóstico de presión arterial alta.
b Se ofrecieron respuestas en una escala Likert de 5 puntos: “muy de acuerdo”, “moderadamente de acuerdo”, “algo de acuerdo”, “ni de acuerdo ni en desacuerdo” y “en desacuerdo”. Las respuestas “muy de acuerdo”, “moderadamente de acuerdo” y “algo de acuerdo” fueron combinadas en una categoría de “acuerdo”.
c P < 0.05 en la prueba ?2
d P < 0.001 en la prueba X2
e P < 0.01 en la prueba X2
f Otra raza incluye nativo de Alaska, indoamericano, asiático, nativo de Hawái y de otra isla del Pacífico.
g Las respuestas posibles a la pregunta sobre el estado de fumador fueron las siguientes: “exfumador”, “no fumador” y “fumador”. Las categorías de “no fumador” y “exfumador” fueron combinadas.

Top

Return to your place in the text Tabla 2. Uso de consumidores de las etiquetas nutricionales para vigilar la ingesta de sodio entre encuestados seleccionados (n=3729) de las encuestas ConsumerStyles y HealthSurveys del 2010a.
Característica Compro específicamente alimentos que tienen la etiqueta de bajo en sodio o sal, o contenido reducido de sodio o sal. Me fijo en el contenido de sodio en las etiquetas nutricionales como táctica para reducir la sal en mi dieta. Usted o la persona que compra sus alimentos compran productos alimentarios que tienen la etiqueta “bajo en sal” o “bajo en sodio”.
De acuerdo, % (IC 95 %)b AOR (IC 95 %) Sí, % (IC 95 %)c AOR (IC 95 %) Sí, % (IC 95 %)c AOR (IC 95 %)
Total 35.6 (33.1–38.1) 46.8 (44.3–49.4) 57.9 (55.4–60.5)
Edad, a
18–50 30.3 (26.6–34.3)d 1.0 [Referencia] 43.3 (39.4–47.3)e 1.0 [Referencia] 52.4 (48.4–56.3)e 1.0 [Referencia]
51–70 40.8 (38.1–43.6) 1.4 (1.1–1.7) 50.3 (47.5–53.1) 1.2 (1.02–1.5) 64.7 (62.0–67.3) 1.4 (1.2–1.8)
=71 52.6 (47.9–57.3) 2.2 (1.7–3.0) 58.1 (53.4–62.7) 1.7 (1.3–2.3) 72.0 (67.6–76.1) 2.0 (1.5–2.7)
Sexo
Masculino 33.6 (30.5–37.0) 1.0 [Referencia] 43.3 (39.8–7.0)d 1.0 [Referencia] 56.7 (53.0–60.3) 1.0 [Referencia]
Femenino 37.4 (33.8–41.2) 1.2 (1.01–1.6) 50.0 (46.4–53.6) 1.4 (1.1–1.7) 59.1 (55.6–62.6) 1.1 (0.9–1.4)
Raza/etnia
Blanca no hispana 33.2 (30.4–36.1)d 1.0 [Referencia] 46.6 (43.5–49.6) 1.0 [Referencia] 56.1 (53.1–59.1)e 1.0 [Referencia]
Negra no hispana 46.2 (37.2–55.4) 1.7 (1.1–2.5) 48.7 (39.7–57.7) 1.1 (0.8–1.5) 72.2 (65.5–78.0) 2.1 (1.4–3.1)
Hispana 35.8 (30.0–42.1) 1.2 (0.9–1.7) 45.3 (38.8–52.0) 0.9 (0.7–1.3) 60.1 (53.3–66.6) 1.2 (0.9–1.7)
Otraf 43.5 (34.0–53.4) 2.0 (1.2–3.1) 49.7 (40.2–59.3) 1.3 (0.9–2.0) 47.8 (38.6–57.2) 0.8 (0.6–1.2)
Ingresos anuales del hogar, en dólares
<15 000 37.9 (32.3–43.9) 1.1 (0.8–1.5) 48.9 (42.8–55.1)g 1.2 (0.8–1.6) 57.3 (51.1–63.3) 0.8 (0.6–1.2)
15 000–24 900 31.5 (24.3–39.7) 0.8 (0.5–1.2) 35.2 (28.0–43.1) 0.6 (0.4–0.9) 55.2 (45.6–64.4) 0.8 (0.7–1.4)
25 000–39 900 41.4 (34.3–49.0) 1.4 (0.97–1.9) 53.0 (45.9–59.9) 1.3 (0.97–1.8) 60.2 (53.2–66.8) 1.04 (0.7–1.4)
40 000–59 900 38.7 (32.7–45.1) 1.3 (0.9–1.8) 48.1 (42.1–54.1) 1.1 (0.8–1.5) 59.1 (53.2–64.6) 1.05 (0.8–1.4)
= 60 000 32.7 (29.4–36.2) 1.0 [Referencia] 46.5 (42.9–50.2) 1.0 [Referencia] 57.6 (53.9–61.2) 1.0 [Referencia]
Nivel de estudios
= Graduado de escuela secundaria superior 35.1 (30.2–40.3) 0.9 (0.7–1.2) 40.8 (35.9–45.9)g 0.7 (0.6–0.98) 55.8 (50.7–60.8) 0.9 (0.7–1.2)
Estudios universitarios incompletos 36.3 (32.0–40.9) 1.1 (0.8–1.4) 49.9 (45.3–54.4) 1.1 (0.9–1.4) 58.6 (54.2–62.9) 1.00 (0.8–1.3)
Graduado universitario 35.1 (31.9–38.4) 1.0 [Referencia] 47.7 (44.2–51.3) 1.0 [Referencia] 58.8 (55.0–62.5) 1.0 [Referencia]
Región
Noreste 36.2 (30.7–42.0) 1.1 (0.8–1.4) 48.5 (42.3–54.7) 1.1 (0.8–1.5) 62.8 (56.6–68.6)g 1.2 (0.9–1.7)
Central 34.2 (29.5–39.4) 1.0 (0.7–1.3) 44.5 (39.6–49.5) 0.9 (0.7–1.2) 51.2 (46.3–56.1) 0.8 (0.6–1.00)
Sur 36.6 (32.4–41.1) 1.0 [Referencia] 46.6 (42.2–51.1) 1.0 [Referencia] 59.2 (54.7–63.6) 1.0 [Referencia]
Oeste 34.6 (30.1–39.4) 0.9 (0.7–1.2) 48.7 (43.9–53.6) 1.04 (0.8–1.4) 59.3 (54.4–64.0) 1.1 (0.8–1.4)
Índice de masa corporal, kg/m2
< 25.00 34.7 (30.2–39.5) 1.0 [Referencia] 47.2 (42.4–52.0) 1.0 [Referencia] 54.3 (49.5–59.1) 1.0 [Referencia]
25.00–29.99 34.8 (31.2–38.6) 0.9 (0.7–1.2) 46.6 (42.2–51.0) 0.9 (0.7–1.2) 57.5 (53.0–61.9) 1.03 (0.8, 1.4)
= 30.00 37.2 (32.9–41.7) 0.9 (0.7–1.3) 46.7 (42.6–50.8) 0.9 (0.7–1.2) 61.8 (57.9–65.5) 1.2 (0.9–1.5)
Actual estado de fumadorh
No 37.2 (34.5–40.0)d 1.0 [Referencia] 48.1 (45.2–50.9)g 1.0 [Referencia] 59.5 (56.7–62.3)d 1.0 [Referencia]
27.0 (21.7–33.1) 0.7 (0.5–0.9) 40.3 (34.5–46.4) 0.8 (0.6–1.02) 49.6 (43.5–55.6) 0.8 (0.6–1.02)
Diagnóstico de diabetes
No 34.1 (31.4–36.9)e 1.0 [Referencia] 45.7 (42.9–8.5)d 1.0 [Referencia] 56.0 (53.2–58.8)e 1.0 [Referencia]
47.1 (42.0–52.2) 1.2 (0.96–1.6) 55.3 (50.1–60.3) 1.3 (1.05–1.7) 72.4 (67.4–76.9) 1.5 (1.2–2.0)
Diagnóstico de presión arterial alta
No 31.2 (28.1–34.4)e 1.0 [Referencia] 44.7 (41.4–8.1)d 1.0 [Referencia] 53.8 (50.5–57.1)e 1.0 [Referencia]
46.8 (43.5–50.2) 1.6 (1.3–2.0) 52.1 (48.8–55.5) 1.2 (0.98–1.5) 68.4 (65.3–71.4) 1.4 (1.1–1.7)

Abreviaturas: AOR, cociente de probabilidades ajustado (adjusted odds ratio); IC, intervalo de confianza.
a Los porcentajes estimativos están ponderados por edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar y cantidad de personas en el hogar. El modelo incluyó edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar, nivel de estudios, región de residencia, índice de masa corporal, estado de fumador, diagnóstico de diabetes y diagnóstico de presión arterial alta.
b Se ofrecieron respuestas en una escala Likert de 5 puntos: “muy de acuerdo”, “moderadamente de acuerdo”, “algo de acuerdo”, “ni de acuerdo ni en desacuerdo” y “en desacuerdo”. Las respuestas “muy de acuerdo”, “moderadamente de acuerdo” y “algo de acuerdo” fueron combinadas en 1 categoría de “acuerdo”.
c Preguntas con respuesta afirmativa o negativa.
d P < .01 en la prueba ?2
e P < 0.001 en la prueba X2
f Otra raza incluye nativo de Alaska, indoamericano, asiático, nativo de Hawái y de otra isla del Pacífico.
g P < 0.05 en la prueba ?2.
h Las posibles respuestas a la pregunta sobre el tabaquismo fueron las siguientes: “exfumador”, “no fumador” y “fumador”. Las categorías de “no fumador” y “exfumador” fueron combinadas.

 

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Apéndice. Comparación de participantes del estudio cuyos datos fueron incluidos en los análisis (n = 3729) con participantes excluidos (n = 469), HealthStyles, 2010

Característica Incluidos (n = 3729)a Excluidos (n = 469) Valor de p en la prueba ?2
Nb %c (IC 95 %) Nb %c (IC 95 %)
Edad, a
18–50 1752 60.5 (58.3–62.7) 163 48.8 (42.2–55.5) < 0.001
51–70 1478 29.9 (28.1–31.8) 199 34.0 (28.8–39.5)
= 71 499 9.6 (8.7–10.6) 107 17.2 (13.8–21.2)
Sexo
Masculino 1825 48.0 (45.5–50.6) 232 47.4 (40.9–53.9) 0.20
Femenino 1904 52.0 (49.4–54.5) 237 52.6 (46.1–59.1)
Raza/etnia
Blanca no hispana 2590 69.8 (67.4–72.2) 281 58.9 (52.1–65.3) 0.02
Negra no hispana 389 11.2 (9.4–13.2) 69 15.2 (11.0–20.7)
Hispana 405 13.1 (11.6–14.9) 69 17.7 (12.8–24.1)
Otrad 345 5.9 (4.8–7.1) 50 8.2 (5.2–12.7)
Ingresos anuales del hogar, en dólares
< 15000 518 11.7 (10.4–13.2) 114 23.0 (18.2–28.7) < 0.001
15 000–24 900 300 11.3 (9.4–13.4) 59 15.6 (10.8–22.0)
25,000–39,900 440 15.9 (14.0–18.1) 60 15.7 (11.2–21.6)
40 000–59 900 591 16.8 (15.1–18.8) 64 15.8 (10.9–22.4)
= 60.000 1880 44.2 (41.7–46.8) 172 29.9 (25.0–35.2)
Nivel de estudios
= Graduado de escuela secundaria superior 976 25.8 (23.6–28.1) 150 29.9 (24.8–35.5) 0.32
Estudios universitarios incompletos 1386 40.5 (37.9–43.1) 154 40.0 (33.4–47.0)
Graduado universitario 1367 33.8 (31.6–36.1) 137 30.1 (25.0–35.8)
Región
Noreste 684 18.5 (16.5–20.6) 76 13.7 (10.4–17.8) 0.06
Central 901 24.5 (22.4–26.7) 98 24.6 (18.7–31.8)
Sur 1386 38.8 (36.3–41.5) 199 46.6 (40.1–53.3)
Oeste 758 18.2 (16.6–19.9) 96 15.0 (11.9–18.7)
Índice de masa corporal, kg/m2
< 25.00 1144 33.2 (30.7–35.8) 101 25.2 (19.8–31.5) 0.10
25.00–29.99 1267 32.1 (29.8–34.5) 133 37.7 (30.5–45.5)
= 30.00 1318 34.7 (32.3–37.1) 126 37.0 (29.6–45.2)
Actual estado de fumadorg
543 15.9 (14.2–17.8) 65 22.7 (16.0–31.2) 0.055
No 3186 84.1 (82.2–85.8) 269 77.3 (68.8–84.0)
Diagnóstico de diabetes
No 3201 88.3 (87.0–89.4) 405 84.3 (77.8–89.2) 0.14
528 11.7 (10.6–13.0) 64 15.7 (10.8–22.2)
Diagnóstico de hipertensión
No 2434 71.8 (69.8–73.6) 300 64.3 (57.6–70.5) 0.02
1295 28.2 (26.4–30.2) 169 35.7 (29.5–42.4)

Abreviatura: IC, intervalo de confianza.
a En este estudio vinculamos los datos de la encuesta HealthStyles con los de ConsumerStyles a fin de obtener datos para las preguntas de interés sobre el sodio. Entre los 4198 participantes de la encuesta HealthStyles excluimos a 28 (0.7 %) personas que no tenían información sobre su nivel de estudios y a 441 (10.5 %) cuyos datos estaban incompletos en todas las preguntas del estudio. La muestra final fue de 3729 encuestados.
b No ponderado.
c Todos los cálculos estimativos están ponderados por edad, sexo, raza/etnia, ingresos anuales del hogar y cantidad de personas que viven en el hogar.
d Otra raza incluye a nativos de Alaska, indoamericanos, asiáticos, nativos de Hawái y de otras islas del Pacífico.
e Las posibles respuestas a la pregunta sobre el tabaquismo fueron las siguientes: “exfumador”, “no fumador” y “fumador”. Las categorías de “no fumador” y “exfumador” fueron combinadas.

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The opinions expressed by authors contributing to this journal do not necessarily reflect the opinions of the U.S. Department of Health and Human Services, the Public Health Service, the Centers for Disease Control and Prevention, or the authors’ affiliated institutions.

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