Historias personales sobre la tuberculosis

La historia de Santos

Santos

Santos escuchó hablar de la tuberculosis por primera vez cuando se enfermó su hijito y le diagnosticaron meningitis tuberculosa. Luego se enteró de que él mismo tenía la infección de tuberculosos latente. Comenzó con el tratamiento para la infección, pero no lo terminó. Años más tarde se enfermó de tuberculosis. Ahora Santos brinda consejo en el departamento de salud de su condado a otras personas que tienen la infección de tuberculosis latente.

Santos, un padre dedicado, estaba profundamente preocupado cuando le diagnosticaron meningitis tuberculosa a su bebé. Esto es meningitis del tejido que recubre el cerebro o la espina dorsal, un tipo grave y potencialmente mortal de la enfermedad de tuberculosis.

Él se aseguró de que su hijo recibiera el cuidado y el tratamiento que necesitaba. Según el protocolo estándar, cuando se le diagnosticó tuberculosis al hijo de Santos, que entonces era bebé, el departamento de salud pública de la localidad donde vivía realizó una investigación para averiguar si las personas en contacto cercano con el joven paciente tenían la enfermedad de tuberculosis y podrían ser la fuente de su infección. En esta investigación también se averiguó si las demás personas en el hogar se habían infectado, para poder darles tratamiento preventivo. Santos no tenía la enfermedad de tuberculosis, pero le dijeron que sí tenía la infección de tuberculosis latente. Esto significa que probablemente se había infectado al respirar las mismas bacterias que habían enfermado a su hijo. El sistema inmunitario de Santos había detenido los organismos, pero estaban presentes en un estado latente, inactivo. Por lo tanto, Santos no era contagioso y no tenía síntomas de esta enfermedad.

Comenzó a tomar los medicamentos para deshacerse de las bacterias de la tuberculosis y prevenir que la infección se transformara en la enfermedad de tuberculosis, pero no completó el tratamiento. Y como no se sentía enfermo, no entendió lo importante que era seguir el tratamiento preventivo hasta el final. No obstante, su hijo completó el tratamiento y se curó. Todo siguió bien por unos años.

El programa local contra la tuberculosis me ayudó mucho. Primero, me ayudaron a entender la tuberculosis. Me dieron mucha información que necesitaba. Cada vez que necesité algo, me ayudaron“.

Más tarde, Santos comenzó a sentirse muy mal, pero no sabía lo que le pasaba. Para entonces, Santos se había mudado al área de Atlanta, en el estado de Georgia, donde vivían varios de sus familiares. Fue al médico y recibió tratamiento para varias afecciones respiratorias, pero no mejoró. Perdió el apetito y, en consecuencia, bajó mucho de peso. Tenía tos y sudoración, estaba muy débil y tenía fiebre constantemente. Al final estaba tosiendo con sangre, lo que fue muy atemorizante. Estaba tan enfermo que ya no podía ir a trabajar y sin trabajo, perdió su casa. Con su hijo, se mudó a la casa de su hermano, quien los recibió con gusto.

Santos no se mejoró y no tenía idea de lo que lo estaba enfermando tanto. Su madre le insistió en que fuera al hospital. Al principio se resistió, pero llegó a estar tan enfermo que finalmente aceptó que lo llevaran a la sala de emergencias del hospital local. Allí le diagnosticaron la enfermedad de tuberculosis. Le dieron el tratamiento estándar para esa enfermedad, lo que significa tomar una cantidad de pastillas todos los días, durante al menos 6 meses. Fue difícil seguir el tratamiento porque algunos de los medicamentos pueden producir efectos secundarios desagradables. Sin embargo, Santos da fe de que no es imposible. “Mi familia me motivó. Además, quería estar sano y quería trabajar. Con la enfermedad no pude trabajar y lo perdí todo”, dice Santos.

Por suerte, fue perseverante y completó el tratamiento para la tuberculosis con el apoyo y el aliento que le brindó el personal de la Clínica de Salud Preventiva del Departamento de Salud de los condados de Gwinnett, Newton y Rockdale. “El programa local contra la tuberculosis me ayudó mucho. Primero, ellos me ayudaron a entender lo que es la tuberculosis. Me dieron mucha información que necesitaba. Además, me ayudaban si no tenía cómo llegar a la clínica porque no tenía automóvil; ellos me venían a buscar. Cada vez que necesité algo, me ayudaron. En especial la administradora de mi caso, April. Ella me ayudó con todo”. Ahora está completamente curado y ayuda en la clínica de salud preventiva del condado dando consejo a otras personas con infección de tuberculosis latente. “Cuando venía a la clínica todos los días para recibir el tratamiento, los consejeros me ayudaban mucho. Me ayudaron tanto que yo quería hacer lo mismo: ayudar a los demás a comenzar y a completar sus tratamientos contra la tuberculosis”. Él brinda apoyo e información a las demás personas a quienes recientemente les han diagnosticado infección de tuberculosis latente.

Santos sabe, por su propia experiencia, que la infección de tuberculosis latente puede transformarse en una enfermedad debilitante y atemorizante. Santos quiere decirles a los demás que, “Si alguien se entera de que tiene tuberculosis, quiero que sepa, que no tiene que sentir miedo. Solo tiene que cuidarse y seguir el tratamiento. Debe hacer lo que le diga el médico y lo que le digan en la clínica. Lo más importante es: completar el tratamiento”. Lo bueno es que la tuberculosis es, por lo general, tratable. Si sigue el régimen completo de medicamentos ya sea para la infección de tuberculosis latente o para la enfermedad, se puede curar y sentir mejor. Santos siente que si su experiencia y asesoramiento evita que otras personas se enfermen y pasen lo que él pasó, sus esfuerzos habrán valido la pena.