Opioides recetados

Los opioides recetados se pueden usar para tratar el dolor moderado a intenso y suelen recetarse después de una operación o lesión, o para afecciones como el cáncer. En los últimos años, se ha presentado un aumento considerable en la aceptación y el consumo de opioides recetados para el tratamiento del dolor crónico, no relacionado con el cáncer, como el dolor de espalda o de la artrosis, a pesar de los riesgos graves y de la falta de pruebas sobre su eficacia a largo plazo.

Cuando la receta se convierte en el problema

  • En el 2019, se emitieron más de 153 millones de recetas de opioides a pacientes en los Estados Unidos, con gran variación entre los estados1.
  • Los estudios parecen indicar que la variación regional en el consumo de opioides recetados no se puede explicar con el estado de salud subyacente de la población2.

Para revertir esta epidemia, necesitamos mejorar la manera en que tratamos el dolor. Debemos evitar el consumo excesivo, la adicción y las sobredosis antes de que comiencen.

La adicción y la sobredosis

Toda persona que toma opioides recetados se puede volver adicta a ellos. De hecho, hasta uno de cada cuatro pacientes que recibe tratamiento a largo plazo con opioides en un entorno de atención primaria lucha contra la adicción a los opioides3,4,5. Una vez que comienza la adicción, puede ser difícil parar. En el 2019, más de 10.1 millones de personas en los Estados Unidos notificaron haber consumido indebidamente opioides recetados el año anterior6.

Tomar demasiados opioides recetados puede hacer que una persona deje de respirar y causarle la muerte.

Las muertes por sobredosis de opioides recetados también suelen incluir benzodiazepinas. Las benzodiazepinas son depresores del sistema nervioso central que se usan para sedar, inducir el sueño, prevenir convulsiones y aliviar la ansiedad. Los ejemplos comprenden alprazolam (Xanax®), diazepam (Valium®) y lorazepam (Ativan®). Siempre que sea posible, se debe evitar tomar benzodiazepinas mientras se toman opioides recetados.

Referencias

  1. Centers for Disease Control and Prevention. 2018 Annual Surveillance Report of Drug-Related Risks and Outcomes — United States. Surveillance Special Report 2pdf iconpdf icon. Centers for Disease Control and Prevention, U.S. Department of Health and Human Services. Published August 31, 2018.
  2. Centers for Disease Control and Prevention. Vital Signs: Variation Among States in Prescribing of Opioid Pain Relievers and Benzodiazepines — United States, 2012. MMWR 2014; 63(26);563-568.
  3. Banta-Green CJ, Merrill JO, Doyle SR, Boudreau DM, Calsyn DA. Opioid use behaviors, mental health and pain—development of a typology of chronic pain patients. Drug Alcohol Depend 2009;104:34–42.
  4. Boscarino JA, Rukstalis M, Hoffman SN, et al. Risk factors for drug dependence among out-patients on opioid therapy in a large US health-care system. Addiction 2010;105:1776–82.
  5. Fleming MF, Balousek SL, Klessig CL, Mundt MP, Brown DD. Substance use disorders in a primary care sample receiving daily opioid therapy. J Pain 2007;8:573–82.
  6. Substance Abuse and Mental Health Services Administration. (2020). Key substance use and mental health indicators in the United States: Results from the 2019 National Survey on Drug Use and Healthpdf iconexternal icon (HHS Publication No. PEP20-07-01-001, NSDUH Series H-55). Rockville, MD: Center for Behavioral Health Statistics and Quality, Substance Abuse and Mental Health Services Administration. Retrieved from https://www.samhsa.gov/data/external icon.
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